Tuesday, May 02, 2006

Hola

Esa noche aprendieron que no todo es predescible. Caminaban separados, a un mismo ritmo. No estaban lejos. Eran como peces de un mismo cardumen, buscando una luz fosforescente, cálida, protectora. Ella tenía miedo. Él tambien, pero no lo va a reconocer. La pregunta se sacudía, como un boomerang, en el aire. Por qué dicen que es peligrosa la noche. Será que al pisar las hojas que crujen en el otoño, hay vida en las copas de los árboles. Simultáneamente apuraron el paso. Ya estaban más cerca. Era más tarde. Sólo sus pisadas. Miraban para abajo, encimismados en el mismo pensamiento. Faltaba poco. También se mueve lo que hay. Ella sintió el frío, y lo disfrutó. Sonrió al llegar a una esquina, porque estaba sola y podía frenar. Cuando quisiera. Como siempre, pero a la noche es más fácil. Tan necesaria es la luz, después de tanto haber visto. Y ella dejó la sonrisa en la esquina, para volver a buscarla otra noche, quizás. Y se tapó la boca con el sweater. Hacía frío. Él también lo sintio. Y cruzó de vereda. Cada vez faltaba menos. Y ahí fue que, él de un lado, y ella del otro, enfrente, se cruzaron. Y se vieron. Fue un instante casi perfecto, pero tranquilo, repetible, aunque único. Como cuando se te rompe el paraguas, y llueve tanto, que ya no te importa. Luego ella pasó la siguiente esquina y no miró para atrás. Él se quedó parado unos instantes, esquivando la pregunta que seguía merodeando por el aire. Y giró, ciento ochenta grados. Y se fue. Si uno se da cuenta de que lo que sobra, es lo que se agrega con el día. Y ahí comienza.

No comments: